Homenaje a los escaladores Alberto Rabadá y Ernesto Navarro, en el cincuenta aniversario de su muerte en la cara norte del Eiger.

LA ASISTENCIA AL HOMENAJE ES LIBRE Y NO HAY NINGÚN INCONVENIENTE EN QUE, QUIEN LO DESÉE, PUEDA CENAR CON SUS PROPIOS ALIMENTOS AUNQUE PARA HACERLO EN EL CATERING DEL PABELLÓN ES IMPRESCINDIBLE LA RESERVA CON 25 EUROS.

¡NO FALTEIS, OS ESPERAMOS EN MEZALOCHA!



lunes, 30 de julio de 2012

ESPOLÓN DEL GALLINERO. A LA QUINTA VA LA VENCIDA.

Santiago Pino, alpinista (Madrid)


LO BUENO SI BREVE DOS VECES BUENO
Baltasar Gracian, filósofo.

SEÑORES, SEÑORAS: SERÉ TAN BREVE, QUE YA HE TERMINADO.
Salvador Dalí en la inauguración de su casa-museo, Cadaqués. 


Cuatro intentos a la Rabada- Navarro al Gallinero (30-05-75, 27-12-75, 10-10-76 y 31-10-77),  me costó, hasta conseguirla a la quinta. Los cuatro intentos fueron llegar hasta debajo del techo, hacer vivac, lluvia al día siguiente y a rapelar. Parecía que el Gallinero solo nos quería para dormir.
Por fin el 14 de mayo de 1977, consigo con Javier Avellano (con el mismo compañero de los demás intentos), esta vía que tantos esfuerzos nos costó. LLegar a la cumbre me aportó una inmensa alegría. Esta vez la hacemos sin vivac para romper el maleficio.


 Javier Avellano durante uno de los vivacs.

Pocas cumbres me han costado tanto, por no decir que ninguna.





Corto relato, sí, pero intenso. Cuantas horas, cuantos preparativos. El vivac, la lluvia, de nuevo el fracaso. Una, dos, tres veces, otra más, la cuarta. Al final, sin vivac ni ostias ¡Hasta arriba de tirón! Si señor, con dos cojones. Esto me recuerda a un chiste del Gran Wyoming refiriendose a su pene como "Mariano Rajoy".
 ¡¡PORQUE A LA TERCERA LO CONSIGUE!!

Pues eso amigos, camino de las CATORCE MIL VISITAS, el buen rollo y el cachondeo se apoderan del blog. Nuestro amigo Javier Avellano se murió, él solito, dentro de su saco de dormir en una cabaña de la sierra de Gredos. Visité aquel humilde refugio de la Garganta de Bohoyo. Era invierno y con alerta por temporal. Limpié la cabaña, me hice la cena y pronto el sueño se apoderó de mí. Si lo de Javier Avellano fue algo parecido, pues bueno, ¿Qué tiene de extraño que un montañero se vaya a morir en la montaña?

 

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